domingo, 7 de agosto de 2011

Bizcocho Superstar

Después de una larga espera de 16 años y un amague en octubre del año pasado, finalmente la banda de rap metal se presentó en el Estadio Malvinas Argentinas.


Hace frío, mucho frío y en las calles aledañas al estadio se percibe un añejo espíritu adolescente de fines de los 90´s: personajes vestidos de pantalones anchos, grandes buzos con capucha y gorras rojas. Limp Bizkit, aquella banda que por el 2000 proponía un nuevo y original sonido mezclando rap, metal y letras sobre sexo, drogas y algún trauma del pasado, está de visita.

La noche arrancó con PORK como teloneros. La banda de los hermanos Czar (voz) y Gastón (guitarra) Torrelli, se ocupó de precalentar el ambiente con temas de sus discos Multiple Choice (2008) y The Pork Music Experiment (2010), acompañados de David Ortiz en bajo, Nino Conde en guitarra y Paulo Torres en batería. Los chicos del sur bonaerense se hicieron respetar.

A las 21hs puntuales, una especie de simio en blanco y negro llamado Wes Borland empezó a balbucear con su guitarra algunos acordes y en la oscuridad del escenario se pudo ver el traste luminoso del bajo de Sam Rivers y la transparente batería de John Otto. Segundos después sonaron los primeros acordes de “Hot dog” y el público empezó a saltar junto con un frenético Fred Durst a cargo de la voz, mientras DJ Lethal zigzagueaba sus bandejas. Así empezaba una noche sin respiro.

“Hola Chicas” saludó Durst en inglés para dar comienzo a “Bring It Back” de su reciente lanzamiento Gold Cobra (2011), pero fue con "My generation” cuando el estadio, casi lleno, se puso de pie y ya no pararía de saltar. Fred pidió que se prendan todas las luces para ver al público y recordarle: “son los n°1 de Sudamérica” y por las dudas se va a pasar el resto del show diciéndole a la gente que son los mejores.

Todas las manos en el aire, al estilo gangsta, dieron comienzo a “Break stuff”, mientras el campo no dejaba de hacer rondas y zapatillas voladoras viajaban de un lado al otro. La paz llegó con “Boiler” y “My way”, pero duró poco. “¿Algún pedido?” consultó Durst con la audiencia y enseguida los convence: “¿A quién le gusta Metallica?”, entonces se adueñaron de “Sanitarium” de la misma manera que lo hicieron en el Metallica Icon del 2003 y remataron con otro cover,"Thieves" de Ministry. La primera parte del show se cerró con la controversial “Nookie” de su disco Significant Other (2000).

La vuelta al escenario arrancó con “Behind blue eyes” de The Who y “Take a look around” de la banda de sonido de Misión Imposible 2. Obligatoriamente tocaron el cover que los hizo famosos, “Faith” de George Michael y eligieron para el cierre “Rollin” donde todos, Durst y público, manejaron un auto invisible una y otra vez.

Limp Bizkit es una banda que supo sorprender en su momento de auge, con un frontman demasiado pedante por momentos, que ama que se maten en el pogo, hace que el público del campo de agache para después romperse todos los huesos y no deja de putear un solo segundo. Tal vez su encanto radique en eso y en la antítesis que genera la compañía en el escenario de un extraterrestre autista, como Borland, que toca muy bien la guitarra con sonidos extraños y originales, casi de otro planeta, y el condimento fuerte de DJ Lethal en las bandejas. Es difícil reinventarse con un sonido que ya suena lejano en el tiempo como el que plantea esta banda, lo mejor es reunirse, hacer una gira por esos lugares donde debían una visita y volver a casa. Eso fue lo que sucedió el lunes: Limp Bizkit vino, cumplió y todos nos fuimos felices a dormir.