El jueves 07 fue raro. En el aire se percibía una mezcla de expectativa y ansiedad, en un día donde la lluvia y el sol no podían ponerse de acuerdo. A las 19:45 puntuales, Ojas, banda en ascenso, abrió la noche con un set acorde a su estética post punk: mucha guitarra acompañada de buenas letras. Seguidamente a las 20:30, los ya consagrados ATTAQUE 77 tocaron un repertorio prolijo que el público escucho con atención pero no con emoción. A las 21:30 y con el estadio de Velez a la mitad de su capacidad, Linkin Park abrió su set con el primer tema de su nuevo disco “The Requiem” acompañados por imágenes y discursos vinculados a la política.
Siguieron con “Wretches & Kings”, también de su nuevo trabajo, canción que se caracteriza por un sonido más industrial, donde Mike Shinoda (voces, guitarra rítmica y teclados) se destaca como el MC que sabe ser. “Papercut” fue el primer hit que el público canto con emoción y de punta a punta acompañando la voz del carismático Chester Bennington (voz) que se paso la noche entera saltando de un lado al otro del escenario y bajó a la valla para cantar “Breaking the habit” promediando el final de la primera parte del show. La banda se completo con Brad Delson en guitarra, David Farrell en bajo, el virtuoso Rob Bourdon en batería y percusión y Joe Hahn samplers y programación.
La noche siguió con “Given up”, “New divide” y uno de los temas más festejados: la estruendosa “Faint” de su disco Meteora (2003). “Empty spaces” y “When they come for me” dieron lugar al momento más experimental del show, seguidas de la combativa “No more sorrow” y la exótica “Jornada del muerto”. La banda interpreto la mayoría de los temas de su nuevo álbum, del cual incluyeron “Waiting for the end”, “Wisdom, justice & love” y la angustiante “Iridescent”.
“Numb”, “Crawling”, “Bleed it out” y “One step closer” fueron los hits que el público esperó escuchar durante 10 años. Lamentablemente el bajo volumen que ofreció el show no era acorde al que se suele escuchar en este tipo de conciertos, dejando así opacados los matices instrumentales por los cuales paso la banda y perdiendo la fuerza que los hizo tan populares. (“Subí el sonido, la p** que lo pario” fue la frase más tarareada de la noche). Con “Fallout” la banda abrió la segunda mitad de su show, que incluyó “The Catalyst” y “The Messenger”, tema donde la dupla Shinoda – Bennington saco a relucir su mejor combinación a pesar de tratarse de un tema acústico. “In the end” y la banda de sonido de la película Transformers, “What I’ve done” fueron las elegidas para cerrar el show.
Poco queda de aquella banda que por el año 2000 proponía una mezcla de nü metal y hip hop con letras plagadas de angustia y desesperación. Por aquel entonces prometían ser los nuevos referentes de la generación post grunge. Tal vez esa es la banda que el público argentino esperaba ver, pero es evidente que 10 años después ya no somos los mismos. Linkin Park propuso un show cargado de matices extravagantes y pretenciosos más vinculados a la presentación de su nueva placa que a la presentación por primera vez frente a un nuevo público que los esperaba ansioso. Los bajos niveles del sonido no ayudaron a la propuesta y fue evidente que, si bien se trato de un show prolijo y cumplidor falto el poder musical de los primeros albumes.
TXT: Anabella ReggianiFotógrafo: Beto Landoni
No hay comentarios:
Publicar un comentario